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El poder del abrazo


Confieso ser muy apapachadora, me gusta abrazar, cuando saludo a personas que quiero mucho o hace mucho no veo, no dudo en abrazarlas y demostrarles así cuánto los quiero o los he extrañado.


Si me preguntaran que ha sido lo más difícil en estos tiempos de pandemia, definitivamente respondería que es el hecho de contener los abrazos que tengo guardados para muchas personas. A algunos, por obvias razones no he visto, pero a otros sí, como la vez en la que fui a casa de mi prima a dejarle algo, salieron al garage ella y su familia, a ellos los he abrazado cada vez que los veo…a ella la abrazo desde que recuerdo, a mis sobrinos igual pero esa vez fue diferente y tan solo de recordar lo que me dolió no hacerlo me hace agua los ojos. Es que para mí es algo que sale natural con muchas personas sobre todo con aquellas que saben recibir y devolver los abrazos y muestras de afecto. En verdad creo que sí es un instinto natural en los seres humanos…en unos más marcados que en otros, pero es natural al final.


Son tan necesarios y beneficiosos los abrazos que incluso a los niños les hace falta. Lo supongo pues hablando con una prima que vive en otro país me contó que mi sobrina de apenas 9 años hace el “abrazo pandemia” con su mejor amiga en el colegio…¿cómo no se me había ocurrido? No cabe duda que la creatividad bajo ciertas circunstancias aflora para poder suplir necesidades básicas del ser humano. Cuando me explicó lo sencillo del abrazo, no dudé en ponerlo en práctica la siguiente vez que vi a mi mamá y justo mi prima que había visitado antes de navidad, el día de noche buena me dio el “abrazo pandemia”. No es lo mismo, pero al menos sé que no estoy hablando con un holograma y que en realidad las personas que amo y que he abrazado toda mi vida, siguen existiendo y sintiendo al igual que yo. Los abrazos están presentes cuando hay felicidad, tristeza, situaciones desagradables, nacimientos, cumpleaños, bodas, funerales, logros, inicio de un proyecto y tantas otras situaciones.


ABRAZOTERAPIA


Actualmente, además de las terapias convencionales y los medicamentos para curar enfermedades, existen otros procedimientos curativos que, a pesar de no ser estrictamente científicos, resultan terapéuticos y de gran beneficio a la salud, siendo uno de ellos la:


“abrazoterapia” que no es más que dar un abrazo (o más si es necesario) a otra persona con el fin de transmitirle la sensación de bienestar.

El personal de enfermería pediátrica ha comprobado que el contacto físico en un hospital y en un ambiente adecuado, ha sido relevante en la recuperación de los niños. En este sentido el pediatra y coautor del libro “The Healthy Pregnancy Book”, Dr. William Sears, indica que “Les digo a todos mis pacientes que es importante aprovechar la mayor cantidad de momentos posibles a lo largo del día para abrazar a sus bebés y asegurarse de que reciban el contacto que necesitan”.



Siguiendo con la “Abrazoterapia”, su creadora y autora del libro “El Lenguaje de los Abrazos”, Lía Barbery, “el fundamento científico del poder terapéutico del abrazo se expresa en el gesto de la madre cuando toma a su hijo y, al igual que en el alumbramiento o cuando le amamanta, su cerebro segrega oxitocina”. Y científicos de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, indican que es necesario para una persona recibir abrazos y caricias desde su nacimiento y durante los primeros años de vida para evitar que sus neuronas mueran por la ausencia de contacto físico. La importancia de este contacto lejos de disminuir con el paso del tiempo, aumenta y esto se comprueba por medio de un estudio realizado por la Universidad de Carolina del Norte que indica que cuando otros nos abrazan los niveles de oxitocina en la sangre aumentan y esto nos ayuda a relajarnos, sentir seguridad, superar temores y disminuir nuestra ansiedad.


Según una investigación realizada por la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, aquí algunos de esos beneficios que he incluso experimentado en mí misma:


  • Son una gran muestra de amor y apoyo

  • Alborota la oxitocina que es la responsable de llenarnos de alegría

  • Mejora nuestro sistema inmunológico al aumentar la producción de glóbulos blancos,

  • Ayudan a una buena salud de nuestro corazón, ayuda a disminuir la presión arterial

  • Disminuyen nuestros miedos, incluyendo el miedo a la muerte

  • Ayudan a sentir el dolor con menos intensidad, a ponerle mejor cara al dolor

  • Es otra forma de comunicarnos sin decir una sola palabra

  • Contribuyen al crecimiento sano de los niños

  • Aumentan la vinculación con otros y fortalecen las relaciones

  • Mejoran la autoestima, proporcionan seguridad y confianza en uno mismo, sobre todo en los niños

  • Hacen que los músculos se relajen por lo que liberan la tensión del cuerpo al equilibrar el sistema nervioso

  • Aumentan la empatía y la comprensión

  • Mejoran nuestra vida sexual y de pareja

  • Pueden ayudar a tratar el insomnio, estrés y la ansiedad

  • Nos enseñan a dar y recibir por ser recíprocos, no puedas dar uno sin recibir otro

  • Reducen el enojo y la apatía, nos ayudan a ser más pacientes

  • Generan felicidad y mejoran el estado de ánimo al elevar la serotonina

  • Reducen el riesgo de padecer demencia

  • Rejuvenecen el cuerpo al estimular el nivel de oxígeno en la sangre

En resumen, abrazar literalmente nos hace más felices


Ahora bien, hace más de un año nos pidieron aplicar el distanciamiento físico…eso puede que nos haya disminuido la dosis de abrazos que hemos dado y recibido en este último año, sin embargo, es ahora cuando más los necesitamos.


Quienes vivimos con más personas, tenemos la gran posibilidad de seguir beneficiándonos y beneficiando a los demás con los abrazos, pero también necesitamos abrazar a quienes no viven con nosotros ya que aparte de extrañarlos por no verlos tan seguido, cuando los vemos no hemos podido abrazarlos normalmente y en tiempos de pandemia, no solo extrañamos los abrazos, sino también los necesitamos.


Aquí unos consejos que Julia Marcus, epidemióloga de enfermedades infecciosas y profesora asistente en la Facultad de Medicina de Harvard nos da para poder abrazar a los nuestros en estos tiempos en el que el distanciamiento físico sigue siendo una recomendación…tomémoslos en cuenta para no perder ese contacto que es tan humano:


  1. Usa una mascarilla

  2. Mejor si el abrazo es breve y en un lugar al aire libre

  3. Intenta evitar tocar el cuerpo o la ropa de la otra persona con tu rostro y tu mascarilla.

  4. No abraces a alguien que esté tosiendo o tenga otros síntomas.


También la científica en aerosoles del Virginia Tech, Lindsey Marr, se basa en modelos matemáticos de un estudio de Hong Kong que muestra cómo viajan los virus respiratorios durante el contacto cercano y calcula que “el riesgo de exposición durante un breve abrazo puede ser sorprendentemente bajo, incluso si abrazaste a una persona que no sabía que estaba infectada y tosió”. Recomienda que elijamos bien a las personas a las que queremos abrazar ya que el riesgo es sumamente bajo, pero aún existe, por lo que habla de adoptar el método de Marie Kondo y abrazar a quienes nos provoquen “alegría”.


En conclusión, no importa la raza, condición social, edad, sexo, etnia…, cuando de abrazos se trata, todos nos beneficiamos. Y aunque, si bien es cierto que todos somos iguales como seres humanos, no todos los abrazos se dan y se reciben igual por el simple hecho de que no es lo mismo abrazar a quienes conocemos que a completos desconocidos…se puede hacer, claro que sí, pero los efectos pueden ser menores si no conocemos a quien nos da o nos recibe el abrazo. Así que en esta época es mucho mejor aprovechar momentos y abrazar a quienes conocemos de forma responsable y aplicando las medidas de bioseguridad recomendadas arriba.


Virginia Satir, una famosa psicóloga y trabajadora social estadounidense, señalaba que necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos para mantenernos y doce abrazos para crecer.
¿Cómo van tus números?



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