Ring...Ring...

En estos tiempos pandémicos la comunicación virtual se ha convertido en “la comunicación” pero ¿díganme si una llamada telefónica al final del día con alguna amiga o amigo no es totalmente reconfortante después del bendito estrés laboral?

Las últimas semanas han sido así con amigas del trabajo, especialmente porque después de vernos y saludarnos a diario en la oficina tenemos cinco meses en los que solo nos escuchamos y aunque hablemos seguido y nos saludemos en el grupo del “whats”, simplemente no es lo mismo. Escucharnos y compartir risas y preocupaciones y anhelos y experiencias no suena igual cuando lo leemos o escribimos que cuando lo escuchamos o decimos.

Y es que ahora hablo específico de amigos, esos que con una buena llamada en estos tiempos son capaces de cambiarte totalmente el panorama, de convertir un día de cansancio y estrés en uno más tranquilo y relajado.

En un artículo de Internet del sitio Bioguia, leí la explicación de Lila Landowski, Neurocientífica de la Universidad de Tasmania en Australia, y con ello se entienden las reacciones físicas que experimentamos al hablar con esas personas a las que queremos y que son importantes para nosotros: “Cuando hablamos con personas que queremos, nuestro cerebro libera oxitocina, la responsable de hacer que nos sintamos cerca y conectados con el otro”.

Y hablando específicamente de conversaciones telefónicas, Barbara Keys de la Universidad de Melbourne piensa que el teléfono es un excelente transmisor de las capacidades de la voz humana y afirma que la misma es “...uno de nuestros instrumentos más poderosos, diseñado no solo para comunicarnos sino también para construir intimidad. Nuestras voces transmiten la emoción de una forma tan eficaz que podemos identificar emociones en el discurso de otro incluso cuando el otro intenta esconderlas”.

Con esto no pretendo que dejemos de mandar mensajes de texto, Whatsapp o conectar por Facebook o Instagram, solo que mi experiencia en las pasadas semanas y este artículo me hicieron pensar en lo poderosas que son las llamadas telefónicas de vez en cuando, en lo fortalecedoras que son las palabras de viva voz y no solo escritas, en lo relajante que puede ser una buena y espontánea carcajada en el momento preciso contra un montón de “jajajaja” o “emoticones” en un mensaje escrito.

Sigamos comunicándonos por los medios que tengamos a mano, sigamos usando las redes sociales para compartir lo que queramos, sigamos mandando mensajitos con lindas frases y buenos deseos…pero que esto no sea nuestro único medio de comunicación. Confieso que por el ajetreo y las ocupaciones (sí, incluso en épocas de pandemia) no siempre estoy con la energía y el buen ánimo para una conversación, pero cuando lo siento y tengo la oportunidad, agarro el aparato telefónico y marco a quienes amo…talvez no sea tan seguido, pero tampoco puedo estar sin escucharlos por mucho tiempo.

Aprovechemos ahora que podemos, aprovechemos ahora que tenemos los recursos y sobre todo, aprovechemos ahora que tenemos la vida.

Ese es el plan que tengo a partir de ahora los invito a que se unan si creen que les hace falta hablar con sus seres queridos…¿se animan?

Si les gusta la idea, cuénteme en sus mensajes qué opinan y qué harán para ponerlo en práctica, no ha de ser tan difícil…