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Cuarentena, Semana 1: Aprendiendo

Updated: Jul 8, 2020

El mito del "viernes 13".

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…y tenía que ser viernes 13. Había estado “inmune”, si es que se me permite usar esa palabra, a la mala racha de ese día y es que todos los viernes 13 de mi vida habían pasado sin mayor turbulencia, hasta este del 2020. Ya el COVID-19 había sido declarado pandemia un par de días antes, la ansiedad comenzaba; en mi país, Guatemala, ya se estaban tomando algunas medidas para evitar contagios. Estuve de viaje del 3 al 6 de marzo y al llegar al aeropuerto me tomaron la temperatura y ese fue el primer paso, había una estación cuyo rótulo leía “Cuarentena COVID-19” y ahí llevaban a los sospechosos de traer el virus y trasladarlos a un hospital específico para esos casos…el resto es noticia, ese viernes 13 se anunció el primer caso de COVID 19 en Guatemala.

Pero fue el 14 de marzo que nos pusieron con restricciones más drásticas durante 21 días en cuanto al aislamiento y suspendieron eventos masivos y clases en los colegios y escuelas. Estos eventos incluyeron las ferias patronales, eventos deportivos, evitar ir a lugares públicos y aglomeraciones de 100 personas o más. En este punto me comenzó a pegar por las tradicionales procesiones (pero ese análisis va a otro blog)…estaban a punto de afectar Semana Santa y eso en Guatemala es grande, como diríamos en inglés “it´s a big deal”.

Fue la noche del domingo 15 de marzo que lei en una publicación de una voluntaria de mi oficina que se había dado la orden de evacuar a todos los voluntarios y que debían estar de vuelta en Estados Unidos lo antes posible. Sabía que sería un caos la oficina y que teniendo en casa a alguien con más riesgo que otros por los medicamentos que debe tomar, también sabía que debía estar al pie del cañón en mi puesto de trabajo. El 16 de marzo por la noche las restricciones se pusieron más severas incluyendo cierres de fronteras y espacios aéreos sobre todo para vuelos entrantes…un fuerte llamado a quedarse en casa, suspensión de labores del sector público y privado al menos que fueran servicios esenciales, inhabilitación del transporte público urbano y extraurbano…y fue entonces cuando se nos indicó en la oficina que una vez salieran los voluntarios del país los empleados deberíamos trabajar desde casa, excepto aquellos cuya naturaleza de actividades no se pudiera, por ejemplo los pilotos. Fueron días llenos de trabajo, ansiedad y un poco de miedo, el alcohol en gel lo llevamos a todos lados (ya desde que me había ido de viaje lo estuve cargando conmigo) y el distanciamiento social comenzó…separados al menos por un metro de distancia.


“Lo único constante es el cambio"
Entre muchas ganas de llorar, la incertidumbre de qué pasaría (a la larga este evento mundial cambia constantemente) y reír un poco para aliviar la tensión existente, fue una semana que me enseñó algunas cosas:

  • Reflexionar en cómo podemos mejorar como seres humanos y ser más sensibles ante las tragedias del prójimo

  • Analicé que este es un llamado para volver a lo básico, a la raíz de todo y que es el hogar, la familia, ese lugar donde están los nuestros

  • Viví y agradecí tener amigos y compañeros de trabajo como los que tengo, demostramos ser un equipo y que ante la emergencia supimos actuar y al mismo tiempo acatar las recomendaciones de distanciamiento social

  • Aceptar que el trabajo desde casa sí es posible, con sus desafíos y todo, pero es posible

  • Tener que protegerse de los demás para no contagiarnos es bien raro pero necesario por ahora y lo digo porque debía ir al super, tenían desinfectante para limpiar las carretas, yo llevaba mi alcohol en gel y pues…andar con cuidado para no estar muy cerca de los demás

  • La desinfección al llegar a casa se debe volver parte de la rutina, así que la estamos volviendo parte de la rutina, poco a poco acostumbrándonos, sobre todo porque mi pareja tiene una condición preexistente que lo hace parte de la población en riesgo que es del 5%

  • Confirmando lo que siempre he dicho, el AMOR es lo que mueve este mundo. Si hacemos las cosas desde el amor no nos van a pesar, todo va a salir bien. No me quiero contagiar por mí pero tampoco quiero contagiar a nadie más y eso para mí es amor.


Al final del día nos queda agradecer por la oportunidad de estar vivos, poder estar en casa el mayor tiempo posible…al fin y al cabo muchas veces hemos pedido tener ese tiempo para hacer varias cosas que por las prisas de trabajo y tráfico no podemos hacer. Agradezco también la oportunidad de hacer algo bueno que beneficiará incluso a personas que no conocemos porque este virus se contagia bastante rápido. Es momento de volver los ojos a Dios y pedirle lo que necesitemos para pasar estos momentos difíciles tomados de su mano.


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Ahora les pregunto…¿cómo vivieron en principio su aislamiento social?


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